domingo, 11 de septiembre de 2011

Regiones Biogeográficas

Nos encontramos ante una representación cartográfica de España, en la cual que, en diferentes tonalidades, se representan las regiones biogeográficas del país. Esta representación pertenece al Organismo autónomo Parques Nacionales y el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
Así pues, las regiones biogeográficas en las que se divide nuestro país son cuatro: en primer lugar, la región atlántica, que se extiende por toda la cornisa cantábrica, desde Galicia hasta los pirineos. Por otro lado está la región alpina, se localiza en los pirineos y la región mediterránea es la más extensa en España y se puede dividir en la franja litoral y las islas Baleares, La Mesera y las depresiones y las aéreas de montaña, cada una de ellas presenta unas características con similitudes y diferencias. Y por último la región de la macaronésica que comprende las islas Canarias.
Podemos hablar aquí de los factores que influyen en la vegetación de todas estas zonas, es decir, el clima, la litología, el relieve y la posición geográfica de España, así como la acción del ser humano.
Entrando más en detalles, el clima se caracteriza por los grandes contrastes que existen en la península Ibérica y que se traduce en la presencia de especies adaptadas tanto al frío como a la elevada temperatura y la aridez. Además la posición de la península ha favorecido el desarrollo de especies vegetales muy dispares. La posición subtropical del archipiélago canaria y si aislamiento son claves para defender sus endemismos.
Por otro lado el suelo y el relieve son factores que condicionan la vegetación, en este sentido el relieve influye a través de la altitud, puesto que provoca un cambio de temperaturas y la montaña introduce modificaciones entre las vertientes de barlovento y sotavento y entre la de solana y umbría. Además dependiendo del tipo de suelo se da un tipo de vegetación u otra, e incluso, puede no llegarse a dar ninguna.
A todo esto hay que añadir la intervención cada vez más intensa del ser humano que ha conducido a la modificación y deterioro de los paisajes vegetales. Por ello las formaciones vegetales que tapizan actualmente el espacio español son, en gran parte, ejemplos de formaciones regresivas, es decir, alteradas y modificadas por la ocupación del hombre.
Sería necesario destacar las formaciones vegetales que se dan en cada una de las regiones biogeográficas:
La región atlántica presenta unas condiciones favorables para el desarrollo del bosque caducifolio de hayas y robles. No obstante,   existen diferencias entre las zonas litorales y las de montaña, en las primeras la incidencia del hombre ha sido intensa y las segundas todavía conservan buenas representaciones del bosque caducifolio. Asimismo los hayedos son más frecuentes en la cornisa cantábrica, mientras que los robledos lo son en Galicia. Las hayas suelen colonizar las zonas de pendiente donde es frecuente la formación de nieblas. Sin embargo muchos de estos bosques son mixtos, combinándose los robles y las hayas y coníferas.
Por otro lado, la región alpina presenta una disimetría entre su vertiente norte, más húmeda y la sur, menos húmeda. De igual forma estos contrastes se aprecian entre el sector occidental, de rasgos atlánticos y el oriental, con influencia mediterránea. Entre ambos sectores, se localiza el Pirineo central de mayor altitud y con rasgos ecológicos de alta montaña. En los fondos de los valles y las vertientes de solana se instalaron los asentamientos de población y los cultivos; en las vertientes de umbría, los bosques: y en el piso alpino, los pastos de verano.
En tercer lugar, la región mediterránea cuenta con varias zonas: la franja litoral y el archipiélago balear donde conviven encinares mediterráneos con áreas cubiertas de coscojares o de maquia y más en la zona murciana-almeriense la vegetación se debe adaptar a condiciones casi desérticas. En La Meseta y las depresiones, estas zonas aun conservan ejemplos de sus bosques originales: encinares, coscojares o sabinares en las áreas de clima más continental y rebollares o quejigares en las de mayor altitud y humedad. Por último en las áreas de montaña la altitud y la exposición modifican sus condiciones ecológicas con respecto a las de su entorno inmediato.
Para finalizar, en la región macaronésica, concretamente en el archipiélago canario las condiciones ecológicas varían dependiendo de las características de cada isla. En las zonas de mayor altitud se suceden comunidades vegetales adaptadas a condiciones subdesérticas; los bosques perennifolios dominados por laureles, ocupan zonas más húmedas de medianías: o hacia la cumbre, los pinares y matorrales de leguminosas. Sin embargo, esta distribución se encuentra muy alterada debido a la intensa explotación a la que han sido sometidas; primero por una sociedad agraria y después por un modelo territorial urbano-turístico. Todo ello ha supuesto la desaparición de algunos ecosistemas y la profunda alteración de otros. No obstante la pervivencia de valores naturales es todavía muy alta, así como la biodiversidad que caracteriza al archipiélago.

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